Por Mauricio Espaliat.

La Economía Circular es una estrategia clave para garantizar la sostenibilidad del planeta mediante la racionalización del uso de los recursos y del cambio de los modelos de producción y consumo. Este planteamiento se ve reforzado en gran medida si se lleva a la práctica aplicando los principios de la Prevención.

Toda acción implica un riesgo que puede dificultar la consecución de los objetivos definidos por cualquier tipo de actividad. La gestión del riesgo ayuda a tomar decisiones teniendo en cuenta la incertidumbre, la posibilidad de futuros sucesos o circunstancias previstas o imprevistas, y los efectos de todo ello sobre los objetivos de la organización.

Las actuaciones clásicas en el terreno de la prevención de riesgos laborales son bien conocidas, y su adopción en la práctica constituye parte esencial de los protocolos preventivos que obligatoriamente han de adoptar empresas y organizaciones de cualquier naturaleza y condición. Las áreas tradicionales, en las cuales la adopción de estrategias conducentes a prevenir y evitar riesgos resulta fundamental, son, entre otras, las siguientes:

• Vigilancia de la Salud
• Seguridad y Salud Laboral
• Protección de los Trabajadores
• Seguridad Industrial
• Seguridad Vial
• Accidentes de Trabajo y Enfermedades Profesionales
• Prevención de Riesgos
• Organización de la Prevención en la empresa
• Servicios de Prevención
• Formación en Prevención de Riesgos

Alcanzar, y luego mantener, niveles óptimos en materia de seguridad y sostenibilidad, ha de ser el objetivo fundamental de la prevención. Es sobre la base de esta premisa que se ha de proyectar cualquier estrategia de prevención basada en los principios de la economía circular. Pero este principio se ha de aplicar de modo integral, es decir, el de la prevención enfocada no solo al individuo en su entorno inmediato de vida y trabajo, sino también al ámbito de la gestión sostenible de todos los recursos del planeta.

¿En qué medida puede la economía circular contribuir a la prevención?

En primer lugar, es útil destacar que la Economía Circular constituye la antítesis del modelo lineal. Es, conceptualmente, un modelo “holístico”, “restaurador” y “regenerativo”. Propicia que productos, componentes y materiales mantengan su valor y su utilidad de modo permanente a lo largo de todo el ciclo de producción y uso. Genera indiscutibles ventajas ambientales, beneficios sociales y valor añadido para las empresas, aspectos necesarios para garantizar la sostenibilidad de los recursos y la diversidad ecológica en un contexto planetario globalizado, complejo, y a menudo, imprevisible. En síntesis, se trata de un modelo que se lleva a la práctica aplicando los principios fundamentales de la prevención de riesgos y de la seguridad, en el sentido más amplio del término.

Analizando la situación desde un punto de vista más amplio, hay que reconocer que el calentamiento global, causante del cambio climático, es uno de los principales riesgos que afronta el planeta, y que pone en entredicho el alcance de la sostenibilidad. Este escenario es consecuencia de modelos de producción y consumo basados en el despilfarro, que comprometen la disponibilidad de los recursos finitos, a la vez que generan contaminación ambiental. Todo ello conduce al incremento de la frecuencia y de la gravedad de las catástrofes ambientales, de los desastres naturales, y al incremento del riesgo para las personas expuestas a ellos. El calentamiento global es, entre otros factores, consecuencia del exceso de emisiones de gases de efecto invernadero a la atmosfera, resultante a su vez de las equivocadas políticas de gestión de recursos, de producción y de consumo que a lo largo de muchos años han sido propiciadas por el modelo de economía lineal.

La adopción de la economía circular, con el apoyo de disciplinas tales como la meteorología, el ecodiseño, la digitalización y la adopción de modelos de producción y negocio innovadores, integra una plataforma de buenas prácticas de gestión que conduce hacia un sistema de prevención eficaz. De este modo, la prevención se plantea de modo integral y transversal, no solo en beneficio de las personas, sino también de todo el entorno en que estas desempeñan su vida cotidiana y laboral.

La economía circular, utilizada como herramienta de prevención, puede generar considerables ventajas, tanto desde el punto de vista económico y ambiental, como de la salud pública. Esta afirmación no es una simple declaración de intenciones idealistas, ni la expresión de una utopía, sino una constatación basada en argumentos objetivos, producto de iniciativas innovadoras que ya han demostrado sus frutos en la práctica.

En otro orden de cosas, en un mundo cada vez más globalizado, es evidente que la adopción de los principios de la circularidad no solo representa oportunidades y ventajas para los países industrializados como herramienta preventiva, sino también como instrumento reactivo y corrector frente a aquellas agresiones ambientales que han sido generadas como consecuencia de la sobreexplotación y el uso indebido de los recursos. Este planteamiento adquiere aún mayor relevancia en los países emergentes, donde la prevención en este ámbito constituye una oportunidad y un instrumento que puede generar claras ventajas tanto desde el punto de vista de la productividad y de la competitividad, como de la salud ambiental del planeta.

Tan solo frenar los efectos del cambio climático mediante la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y de sus efectos en la generación de desastres naturales, justifica el reto y la necesidad de adoptar los principios de la economía circular como herramienta de gestión y de prevención.

Es un hecho indiscutible que la contaminación del aire y del agua, la incorrecta gestión de residuos y de los recursos, y los deficientes modelos de producción y consumo, favorecen la dispersión de agentes contaminantes, a la vez que representan factores de riesgo para la salud y el bienestar de los ciudadanos. Es igualmente evidente que el deterioro del paisaje, del territorio y del ambiente físico, manifestado como consecuencia de la degradación de lagos, cuencas hidrográficas y bosques, y el impacto visual que genera la gestión incontrolada de residuos, son fenómenos que erosionan considerablemente el bienestar y el estado emocional de las personas. También es incuestionable que es posible evitar todos estos problemas si se adoptan los principios elementales de la seguridad y de la prevención.

La realidad se muestra cada vez más compleja e incierta. Los efectos del calentamiento global, acelerador indiscutible del cambio climático, la necesaria transición hacia una economía baja en carbono, el crecimiento demográfico o el cambio en los modelos de consumo, provocan situaciones que causan impactos y desequilibrios sociales y riesgos económicos. Pero también hay que reconocer que hoy en día se dispone de herramientas tecnológicas y de modelos innovadores de producción que permiten evitar, o al menos controlar de modo eficaz, estos y otros problemas y agresiones que puedan amenazar la sostenibilidad de un ambiente acogedor para el ser humano.

Un claro ejemplo de los beneficios que puede aportar la economía circular en el ámbito ambiental, lo constituye la prevención y seguimiento de fenómenos naturales de alto riesgo mediante el uso de la información meteorológica de precisión que aportan las tecnologías de teledetección. Es el caso de episodios como “El Niño” en Australia, cuyo control se realiza de acuerdo con el protocolo de actuación que esquematiza el diagrama expuesto a continuación:

Mediante la adopción de los principios y fundamentos de la Economía Circular se dispone de una extensa gama de alternativas e iniciativas conducentes a la consolidación de modelos de producción, uso y consumo generadores de valor, siempre y cuando sean vinculados de modo indisociable a la práctica responsable de la Prevención y de la Responsabilidad Social Corporativa. La gestión subsidiaria de esta complejidad resulta clave para asegurar la eficacia de los cambios y la viabilidad del desarrollo sostenible.

Por otro lado, propiciar el buen uso de los recursos del planeta aplicando los principios de la prevención y de la economía circular obliga también a asumir paradigmas a menudo transgresores y disruptivos, enfocados a:

• Reducir impactos ambientales negativos
• Adoptar nuevos modelos de negocio y consumo
• Regular el consumo de recursos finitos
• Prolongar el ciclo de vida de productos y materiales y evitar el despilfarro
• Adoptar modelos de gobernanza transversal
• Implicar a la sociedad y a los estamentos políticos de modo proactivo y responsable
• Llevar a cabo programas rigurosos de sensibilización, formación e información

La gestión preventiva de los recursos del planeta se ha de enfocar practicando la Innovación orientada hacia objetivos de Sostenibilidad. Actualmente se cuenta con tecnologías, métodos y sistemas para llevar a cabo con eficacia esta labor, entre los cuales hay que citar la Digitalización, la Industria 4.0 y el “Big data”. Llevar a la práctica los principios de la Economía Circular reforzados por los fundamentos de la Prevención, constituye sin lugar a dudas una buena inversión. Lo contrario, recurrir a corregir y reparar errores, es solo un gasto, un derroche inútil y una pérdida de tiempo que no conduce a soluciones eficaces y definitivas.

Es preciso insistir en el hecho de que las actuaciones a implementar deben ser asumidas de modo transversal y solidario por todos y cada uno de los actores involucrados en el proceso, desde el simple ciudadano hasta los máximos responsables del sector económico, empresarial y del mundo político. Solo por esta vía, la adopción simultánea de los principios de la prevención y de la circularidad puede conducir a la sostenibilidad, en el sentido más amplio de dicho término.

Mauricio Espaliat
Ingeniero Superior Agrónomo por la Universidad de Chile
Empresario
Experto en Organización, Dirección y Gestión de Empresas de Servicios
Especializado en Higiene Ambiental, Economía Circular y Sostenibilidad
Consultor, Profesor, Ponente y Colaborador en Masters, Jornadas y Congresos en UPC, CERpIE y ORP
Consejero y Asesor de Estrategia en las empresas UNIQUE, ITEL, NORTHWARD GROUP y CPL